viernes, 3 de mayo de 2024

Era el día de los carros

En otros tiempos los toreros madrileños eran capaces de mucho más que dar pases, pases y más pases y no torear.


Fiesta de la Comunidad Madrid, fiesta que conmemora aquel levantamiento del pueblo de Madrid ante el francés, mientras el ejército patrio se echaba un mus mientras estaban acuartelados lejos de las balas, los cañones, las macetas, las tijeras, navajas de barbero y cualquier cosa con que pudieran defenderse de las tropas napoleónicas. Gesto y gesta heroica de aquellos madrileños de principios del XIX. Lo que han cambiado las cosas, cómo ha cambiado el cuento. Que si hoy se diera el mismo escenario, viendo cómo se comporta el público que acude ahora a las Ventas, empezarían con que vaya mérito los pobres soldados invasores, que lo difícil que es aguantar el gorro ese tan alto, que lo que les aprietan ñas botas, que lo lejos que están de casa, que si las camas son duras, que el sargento es un sieso y que todavía los hay que se quejan y protestan. Nada, a por ellos, a por esos indeseables que no se rinden ante esos brazos de mar uniformados que te llenan los ojos, el corazón y el alma. Y así, con estos mimbres, dentro de dos siglos no habría ningún festejo del 2 de mayo que celebrar.

Pero como ahora somos muy sentidos con esto de las celebraciones y conmemoraciones patrias, van y montan una goyesca para recordar la fecha. El personal pisando el ruedo, caballos carros, majas, majos, música, caballos con música, que solo faltaban los bueyes y ya empalmábamos con el Rocío. Pero no se preocupen, que Plaza 1 lo tiene todo previsto, ¿hacen falta bueyes? Pues venga bueyes, que los carros ya los tenemos a mano, una del Montecillo, que ni pintiparada para que te queden unas fotos de chúpame dómine ¡Qué estampa! ¡Qué porte! ¡Qué vacíos! Más huecos que el Felipe IV de la plaza de Oriente. Lo que es no tener nada dentro y el peligro que desarrollaron en gran parte hay que achacárselo a los que lucían calzas rosas. Que claro, vacíos estaban, pero si delante se ponen unos señores a no se sabe qué, pues también ayuda. Eso sí, hay que reconocerles que sobrevivieron a su propia ineptitud. Que sí, que ya sé que me dirán que estuvieron grandiosos, pero ya les digo, como los napoleónicos aquel 2 de mayo, con aquellos uniformes, aquellos bigotes, aquellos… Aunque para gustos, los colores.

Lo del Montecillo en el caballo a lo más que ha llegado alguno es a medio pelear con un solo pitón y sin humillar, cabezazos al peto al notar el palo y si había algún asomo de fijeza era cuando les tapaban la salida. Salían escapando de allí y durante toda la lidia no perdían ojo de los terrenos de chiqueros, quizá pensando que allí estarían más cómodos. De salida se resistían a tomar los capotes, esperaban en banderillas y en el último tercio, el que mejor se limitaba a ir un poco y venir menos; parados, entrando como mulos y saliendo como bueyes de carros, opositando para viajar este año al Rocío. Que habrá a quién esta bueyada les habrá parecido un desfile de alimañas, pero ya digo, para gustos… Y claro, si esto eran fieras corrupias, la terna eran guardias de corps luciendo sus galas militares con galanura, aunque les guiara el mismo Belcebú contra las gentes de Madrid. Afortunadamente, ni Robleño, ni Javier Cortes, ni francisco José Espada tenían tan aviesas ideas, ni mucho menos, pero su actuación no ha sido para deslumbrar, no ha habido oropeles que refulgieran con el sol. Es más, quizá se podría decir que han hecho lo que saben, lo que les es ya habitual, aunque en otras fechas les pidieran darse un doble rulo por el ruedo venteño. En esta ocasión ha habido algo más de decoro, sobre todo por parte del respetable, aunque en el sexto se le podía haber ido la chaveta a más de uno. Fernando Robleño solo aprovechaba las arrancadas, acompañando el viaje, que no toreando, metiendo el pico y recolocándose repetidamente. Se limitaba a cazar muletazos, pegando tirones, allá adónde fuera el toro y cortar el pase a base de muñecazos por delante de la cadera.

Javier Cortés no anduvo muy lejos de su compañero de terna, con la salvedad de dos derechazos aceptables, pero esto es lo de siempre, ¿se puede llamar toreo a dos muletazos dentro de toda una faena? Que juzgue cada uno. Lo demás eran trallazos y más trallazos, sin asomo ni de temple, ni de mando, yendo detrás del animal allá adónde este quisiera marchar. En su segundo más de lo mismo, enganchones, sin pararse casi en ningún momento y eso sí, pegando muchos pases. Y cerraba Francisco José Espada, quien no podrá quejarse de los incondicionales que tanto se esfuerzan en hacerle creer que es un maestro del arte de torear. Otra cosa es la realidad, un torero que parece torear al aire, él va por un lado y el toro por el que le dé la gana. Alargando el brazo, sin mando, viéndose apurado en algunos momentos por los del Montecillo que se le echaban encima. Mucho baile y poco gusto, sin dudar en tirar del repertorio más vulgar que pudiera imaginar. Abusando del pico, tanto, que el toro no dudaba en vencerse por el hueco que dejaba entre el engaño y el bulto. Que si un cambio de mano por aquí, que si trapazos de uno en uno, alborotado y vulgar, pero llegando a un público que antes de empezar el trasteo ya parecía decidido a prefabricar un triunfo a costa de lo que fuera. La tarde acabó sin más sobresaltos y tal y cómo dio comienzo, podía haberse cerrado, con los bueyes uncidos a un yugo, que por algo tan señalada fecha era el día de los carros.

 

Enlace al programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

lunes, 29 de abril de 2024

Mañanitas de ilusión, tardes de decepción

Cuando aparece la incertidumbre que provoca el toro, todo se vuelve pasiones, ilusiones y por supuesto hasta decepciones


Fin de semana muy esperado por parte de muchos aficionados de Madrid, bueno, de Madrid, de México, de Estocolmo, griegos, franceses, sevillanos, valencianos, murcianos… si hasta de Albacete se acercaron por estos contornos para ver toros. Primero la Feria del Aficionado, esa por la que todos hacían la misma pregunta; ¿Irás a 3 Puyazos? Y vaya que si fueron, para culminar en la plaza de Madrid la tarde del domingo. Y aquí se apreció lo cambiante, variado y hasta contradictorio de este mundo nuestro de los Toros y digo los Toros y no otra terminología, porque a lo que se acudía era a corridas de toros y no otra cosa que compone el gran paraguas de la Tauromaquia. Y cambiante porque la mañana del sábado se empezaba con una novillada con reses de Isaías y Tulio Vázquez y de Raso de Portillo. Que lástima el primer tulio que se quería comer el mundo, que despertó a los que habían tenido que madrugar en sábado, pero que de tanto rematar hasta en las nubes, se partió un pitón por la cepa ¡Lástima lastimera! Sus dos hermanos no fueron lo mismo, pero interesaron y regocijaron a los que sueñan con ver recuperar un hierro señero. Novillos cambiantes durante la lidia, como ese que empujó en el caballo metiendo los riñones como un jabato, que parecía la reencarnación del toro Diano, pero que poco a poco se fue desinflando y pensándose eso de la pelea. Lo de Raso del Portillo fueron de esos novillos que no quieren los novillero, esos que no dan facilidades y que se te pueden ir complicando como no estés firme y con oficio, quizá el que aún no tienen Joao D’Alva y Miguel Andrades, que de momento suplen esta carencia con voluntad, una voluntad notable, pero con pocos recursos y si encima les cae un chaparrón, para qué más. Al menos se merecieron el crédito de tener más oportunidades y poder aprender para seguir adelante.

Lo de la tarde era el desafío de Conde de la Corte y Palha. Ahí empezó el primer chasco. El ganado muy justito, algunos, ni llegaban a esa justeza. Lo del Conde no recordaba a lo del Conde y lo de Palha… lo de Palha recordaba a los años del hambre. Se les picó muy mal, en la paletilla, en el guarismo, en mitad del lomo, no admitían apenas una vara, pero como les dijeron a Sánchez Vara, Morenito de Aranda y Ángel Sánchez que había que respetar el primer tercio, ellos entendieron que esto iba solo de poner el toro lejos, luego más lejos y luego lejísimos. Y así pasaba, que los animales se iban acercando poquito a poco, que miraban para allá y luego para acá y al final igual se arrancaban con alegría, mucho más cerca de dónde les pusieron. Eso sí, cuando a los animales les daba la real gana. Que estaré equivocado, pero a mí me parece que respetar la suerte de varas es medir el castigo, las distancias, cuanto más lejos más espectacular, los terrenos, que a veces hay que cambiarlos y si el toro tardea y tardea, pues habrá que moverlo, porque así también se muestra al animal y se puede llevar una lidia lógica. Los espadas, pues como siempre, vamos a dar naturales y derechazos y si se me viene violento, pues sigo hasta ver si se calma. Ellos en su papel y Morenito poniendo un toro cinco veces al caballo, cuando ya todo el mundo había visto que allí… Que yo abogo por recuperar las tres entradas al caballo, pero con sentido, siempre con sentido. Y algo que nunca habí vivido, los organizadores del festejo, conscientes de la expectación y del resultado del festejo, tomaron el micrófono y pidieron perdón a los asistentes por el resultado del ganado, porque consideraron que se habían equivocado en la elección de las reses. Quizá esto suceda porque ellos, como muchos de los presentes, viven esto como aficionados. Y sí se equivocaron, pero reconociendo este error, seguro que les será más fácil aprender de él ¿Se imaginan a los señores de Plaza 1 responsabilizándose de na feria de desastre ganadero tras desastre ganadero? Yo tampoco, pero a lis señores de 3 Puyazos, sí y así sucedió. Eso sí, también les digo, yo con esta gente no soy del todo imparcial, que vaya por delante, por el momento.

Y nos desayunamos el domingo con una de Dolores Aguirre, con presencia de doña Isabel, la mano que ahora conduce los atanasios de la recordada Dolores. Un encierro en los que hubo toros buenos, malos y regulares, pero con máximo interés, obligándote a estar muy atento en todos los detalles, porque en un suspiro te cambiaban a mejor, a peor o a… Destacó el segundo de la matinal, cuatro entradas al caballo, cumpliendo en el peto, con fijeza, la que mantuvo hasta el último momento, a pesar de las puñaladas a lo largo del lomo. Damián Castaño fue generoso con él, dejándolo ver, citando dándole distancia, aunque su toreo no estuviera a la altura del de Dolores. El público ya se había decidido por el toro, pero desde mucho antes de que el espada cogiera el acero, que usó sin sentido, tirando el engaño y pretendiéndose encunar, lo que tampoco logró, echándose sobre un pitón. Se le dio la vuelta al ruedo al toro y al menos los presentes ya pudieron reconciliarse de nuevo con este veneno que es la afición a los toros. Algo a lo que también contribuyó Antonio Peralta, picando en todo lo alto y si no, no restándole al toro sus ventajas. Sergio Serrano y Francisco Montero se limitaron a poner los toros lejos, a veces sin pensar en nada más que en metros y no en terrenos y luego, pues al derechazo y el natural y como en el caso del segundo, a aprovechar las vibrantes embestidas que le regaló el sexto, lo que no se esperaba, sobre todo después de un primer tercio saliéndose suelto del peto y un segundo tercio esperando a los de los palos. O ese colorado que parecía un marrajo, que arrolló Castaño de salida, teniendo que cogerlo Serrano, que derrotaba en el peto, que se dolía, que no parecía tener nada y que en tres muletazos que se le corrió la mano, el animal seguía el engaño, ¡qué cosas! Pero esto es lo que tiene, o debe tener el toro, que pueda pasar lo inesperado, para lo bueno y para lo malo.

Y después de salir a la carrera, comer a la carrera y llegar a las Ventas a la carrera, hasta salimos del festejo no a la carrera, pero si prontito, que nadie se lo podía creer. Que los que fueron a los toros a Madrid llegaron más pronto de lo esperado a las citas posteriores, con los riesgos que esto puede conllevar. Que los había que esperaban algo de lo Arauz de Robles y el primero de la tarde, el de la confirmación de Calerito parecía augurar una tarde con toros, pero al final todo se quedó en una pasarela con toros de bonita estampa, que incluso hasta seguían las muletas, pero hay que reconocer que los de luces tampoco ayudaron a que la cosa fuera para arriba. Toros de esos que estamos cansados de ver, para toreros que parecían cansados de torear. Curro Díaz pareció que iba a querer después del recibo de capote a su primero, un inválido que no se devolvió y que él se empeñó en mantener con muletazos insulsos. David de Miranda, quién en su día levantó Madrid, parecía ausente. Mucho a pies juntos, pero sin ángel, lo mismo de capote, que con la muleta. Muchos pases, sin moverse del sitio, que eso lo mantiene, pero sin sangre, sin llegar y solo acumulando muletazos, como si la ciencia fuera la cantidad. Aunque sorprendentemente en su segundo se le pidió la oreja, pero no me pregunten motivos, que les respondan los que agitaron el pañuelo, aunque tampoco con demasiado entusiasmo, pues ni le hicieron dar la vuelta al ruedo, se vinieron abajo. Y Calerito, pues… pues, que confirmó la alternativa y poco más. Con esa voluntad del que quiere ser demostrando voluntad recibiendo a su primero de rodillas de muleta, que si trapazo por aquí y por allí, pero luego todo ese brío se venía abajo con ese muletear escondiendo descaradamente la pierna de salida y con todos los vicios modernistas y como sus compañeros, dejándosela enganchar muchísimo. Eso sí, que también hay quien jalea, o bienea, los enganchones, que hay gente “pa to”. Y si no es por la inoperancia de la cuadrilla del que cerraba plaza, les digo yo que el festejo no habría llegado ni a los dos horas, con el riesgo que supone llegar a una cita con demasiada antelación. Y así acabamos un fin de semana lleno de toros, de encuentros con amigos, de encuentros con conocidos a través de las redes, muy conocidos, pero a los que nunca les pudimos saludar, con buenas compañías, algunas mejores que otras, como le pasó a un servidor los cuatro festejos y parecido al refrán de la niebla y las tardecitas de paseo, todo se resumiría en que fue un fin de semana de mañanitas de ilusión, tardes de decepción.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

lunes, 8 de abril de 2024

El camino de la felicidad novillada a novillada

A saber qué tendrá el toro de hoy al que se le dan chicuelinas de salida. Igual es que no tiene nada y por eso lo permite.


Ya está bien de amargarse la vida, ya está bien de poner pegas a todo, ¿no? O cogemos el toro del optimismo por los cuernos o no sé qué va a ser de nosotros. Que no, hombre, que no, que por la vía del mosqueo no vamos a ninguna parte. A partir de ahora, de ya mismo, solo vamos a ver el lado bueno de las cosas ¿Estamos? Pues no se hable más. Y no hablaremos más, tendremos que guardar un largo y profundo silencio si decidimos mentar solo lo bueno de la primera de las novilladas de esta incipiente temporada. Bueno, sí, que era una tarde agradable, sin frío, sin una climatología adversa y además hasta había partidarios de uno de los novilleros que llegaban dispuestos a darlo todo. Si hasta habían hecho pañuelicos ad hoc para la ocasión ¿Cabe mayor muestra de optimismo? Esos son el ejemplo a seguir. Que uno no sabe si luego tuvieron que guardárselo en un lugar íntimo. Y es que la tarde enseguida agotó cualquier atisbo de optimismo posible. Que no hay necesidad de detenerse en detalles, porque ya que vamos de optimistas, tampoco nos vamos a ensañar en la vulgaridad, el despropósito y el tedio que produce la nada.

Salía el señor ganadero de Brazuelas en una entrevista previa al festejo, diciendo que él había formado su vacada con lo mejor de lo mejor, con unas gotitas de calidad de aquí y de allá, pero igual es que no se fijó muy bien en los frasquitos de esta calidad y puede que esta se le hubiera pasado de fecha. Que hay que tener cuidado, que te caduca lo de dentro y luego las reacciones pueden ser no deseables. Esto es, inválidos hasta el punto de que el mayor mérito no era otro que evitar rodar por el suelo. Unos animales con algún kilo de más, pero que gracias a esto, para algunos pasaron como bien presentados, ¡Bendito optimismo! Iba a hablar del tercio de varas, pero casi mejor podría hablar de la campaña de vacunación de novillos en la plaza de Madrid. ¡Oiga! Que hay vacunas que se ensañan más con los animales. Eso sí, los señores picadores, como de lo sanitario no deben saber demasiado, lo mismo apoyaban el palo en mitad del lomo, que en un brazuelo, que en el carnet de la piscina de los criadores de semejantes animalitos. Que habrá quién me diga que fueron a la muleta; bueno, iban cómo podían, mientras no se vinieran abajo, lo justo para jugar al voy detrás del trapito y tú me lo quitas de golpe. Y a todo esto, desde el palco parecía que no se veía un atisbo de invalidez y el usía no sacaba el pañuelo verde, no fuera a ser que alguien se pensara que la cosa no iba cómo debiera y le invadiera el pesimismo. Bueno, sí, a uno lo echaron para atrás y salió uno de María Cascón, que… Si los demás no podían con su alma, este no podía ni con los pensamientos. Eso sí, de presencia imponente, pero tan hueco de todo, que parecía el palacio del eco, eco, ecooo, ec… e…

Pero también hubo tres muchachos que se presentaban, que ya después del festejo, si alguien, aparte de los paisanos, quiere recordar sus nombres, no le quedará otra que mirar y remirar el programa: Daniel Medina, Fabio Jiménez y Tristán Barroso. Que habrá quién les haga creer que la excusa de la flojera del ganado les sirve para excusarse ellos mismos, pero… Que no cuela, ya les digo yo que no. La misma vulgaridad de todos, la misma trampa de todos, trapazos a tutiplén abusando del pico como si no hubiera un mañana, manteniendo una prudencial distancia al pasarse los novillos y una insistencia desesperante de mantener en el ruedo a un inválido. Que antes ya se ha apuntado la negligencia del señor presidente, pero esta será diferente según le pregunten a un optimista o a los muchos ue le coreaban que se marchara del palco y que en su fuero interno deseaban que no volviera, al menos mientras siga en sus trece de no devolver los inválidos. Pero por otra parte estarán eso que sintieron que le había robado una oreja a Tristán Barroso. Que ya le regaló una y fue por demás, pero claro, si sacamos cuatro pañuelos y gritamos mucho, hay que concederla, ¿no? Pues igual no. Premiar con una oreja el aturullamiento, todos los vicios modernos ya comentados y el que se descarara constantemente con el personal, resulta excesivo, pero claro, por si alguien aún no se queda convencido, después de dos bajonazos tirándose descaradamente a los blandos, ¡qué oreja, ni qué oreja! Un tirón de orejas, sí, pero al novillero. Y es la primera, que esto no ha hecho más que empezar y los de los autobuses ya se están frotando las manos, que esos sí, esos sí que saben sacar rédito al paisanaje y saben para su bolsillo, cuál es el camino de la felicidad novillada a novillada.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

lunes, 1 de abril de 2024

Si cobraran por el frío, nos habrían desplumado

Y lo contenta que se pone la parroquia cuando un picador cita de lejos y el toro se arranca con alegría.

El que dijo aquello de que los toros eran con sol y moscas, no sabía lo que decía, o sí. Que si lo hubieran sabido los que han ido a la del Domingo de Resurrección en Madrid, igual se habrían pertrechado bastante mejor para sobrellevar la tarde. La saben, un abrigo gordo, guantes, bufanda, calcetines gordos, termo con café calentito, manta eléctrica, un brasero, su mesa camilla, orejeras de felpa y una burbuja climatizada con un agujerito para sacar las narices y respirar. Que menos mal que con la entrada, los señores de Plaza 1 te dan el frío gratis. Eso sí, barra libre de frío; que no digo yo que no vean ahí un filón y quieran cobrar el frío, el calor y el entretiempo.  Que luego lo de pagar es otro cantar, porque ya le podrían pagar el curso de pintor de rayas al nuevo encargado de tal tarea, que a nada se va para un lado, para el otro o para ninguno. Así el personal no protestaba cuando un caballo pisaba y borraba los garabatos. Si era más que para protestar, para gritar un aleluya a voz en grito.

Y a pesar de las lluvias, de las inclemencias del tiempo, el ruedo estaba aceptable, para que luego digan de la lona y el departamento de lonólogos que la quita y la pone. Con toros de Pedraza de Yeltes, que hasta parecían de Pedraza de Yeltes, que visto lo visto, ya es un adelanto. Flojos en líneas generales, sin llegar a desesperar y el fue sustituido por uno de Carmen Valiente, quizá se dañó al estamparse estrepitosamente contra las tablas. Fue devuelto a los corrales, pero, ¿lo fue reglamentariamente? Que si se abre ese camino, si sale un toro que no es del gusto del matador o lo es más el sobrero, pues nada, se le estrella contra el olivo y a otra cosa. El primero, algo pasadito de peso, ya de salida puso en complicaciones al confirmante Dias Gomes, más por su impericia que por la fiereza del animal. El toro empezó mostrando fijeza en el peto, para al final solo emplearse cuando no sentía el castigo. El luso dejó muestras de su escasa capacidad y su ausencia de poder; que sí, que el viento molestó toda la tarde, pero el problema ya lo traía Dias desde el hotel. Pico y a correr, dando aún más aire con las telas al de Pedraza. La muleta hecha un burruño, tirones y hala, a recolocarse. Bajonazo y a otra cosa.

El primero de Román también besó las tablas por no frenar a tiempo. Derrotando en el peto, sin picar, encelándose cuando el palo ya apuntaba a las nubes y no al lomo, que es dónde le picaron, trasero. Capotes al cielo para evitar que perdiera las manos. Empezó Román citando a mucha distancia, teniendo que ir buscando el punto pasito a pasito. Pico, se vio desarbolado en los primeros envites. Insistió en eso de las distancias, recibiendo a su oponente siempre con el pico, trallazos, que si se le viene encima sin poder hacerse con él y sin parar de recolocarse constantemente. Dos trapazos y al tercero ya se le venía encima. Con la zurda más de lo mismo, echándoselo para afuera tirando demasiadas líneas rectas, mientras al animal le costaba mantenerse en pie. Muy chabacano, cerrando con unas manoletinas de aquella manera. Pero como el personal estaba generoso, pues una orejita; una de esas que no valen para nada, aunque luego se sorprendan de ello, pero…

Francisco de Manuel recibió a su primero con una ensalada de mantazos. Simulación del primer tercio, al tiempo que la eficacia capotera parecía cosa de otro mundo, ausente en este del frío lacerante. Inicio de faena por abajo, con el de Pedraza esforzándose en no rodar por la arena. Mantazos según le venía, más pendiente de que el tendido le jaleara, que de ver qué hacía con aquel flojito colorado. Pico exagerado y sin saber por dónde tirar, pero con muchas carreras, demasiadas y sin que nadie pudiera aventurar adónde quería ir a parar de Manuel. Pero él decidió acabar con un bajonazo de los que te quitan puntos en el carnet de estoqueador. Y volvía román, quizá pensando en algo grande, pero ni él, ni el flojo Pedraza que tiraba cornadas desesperadamente al peto al notar la puya. El mansito se dolió en banderillas, se defendía y no cesaba en manifestar su flojera. Román empezó y continuó con su repertorio de vulgares trapazos, de destoreo, de pico, carreras y hasta una pesadez que se acrecentaba con el gélido ambiente de la tarde. Mitin con los aceros y hasta algún pito por parte de los no habituales en la queja. A Dias Gomes le tocó el sobrero de Carmen Valiente al que el picador masacró sin piedad tapándole la salida. El trasteo se resume en pico, posturas, destoreo y un constante bailar, yéndose en mitad del muletazo, sin aguantar jamás, buscando el sitio que no encontró. Un pinchazo y a por el descabello; se ve que nadie le había dicho que los toros se matan con la espada y no aprovechando el tirón del verduguillo.

Y cerraba Francisco de Manuel al que le tocó la mala fortuna de que le saliera un toro de esos de triunfo, que por si fuera poco, encandiló al personal en el caballo. Fue tres veces al peto. Cumplió en el primer encuentro, en el que le taparon la salida; una más yéndose desde lejos, tardeando, así como una tercera, tardeando y escarbando y con el caballo casi en el seis, si bien hay que reconocerle la alegría en la arrancada. El personal entusiasmado, jaleando a Aurelio Cruz que las tres veces le cogió arriba, lo que les hizo obviar que de la tercera vara se fuera suelto. En banderillas dejó claro que su pitón era el derecho y que por el zocato no se entregaba de la misma forma. Pero Francisco de Manuel no debió haber prestado la atención requerida y primero se empeñó en enjaretarle la faena tipo de trapazos y más trapazos desde fuera, con el pico y sin firmeza. Peor por el izquierdo, el toro se le comía, pero a base de trapazo tras trapazo, un toro de carril acabó por írsele sin torear. Se comía trapo y torero, pero este no estaba a lo que celebraba y así pasó, lo de siempre, que si el toro no se torea solo, malo. Un bajonazo, que no se merecía ni este toro, ni casi ninguno y todo el mundo deseando que doblara ese buen toro y así poder marcharse al calor del hogar, del bar, del metro o de un incensario procesional y dando gracias de que la empresa no hubiera reparado en cobrar por las inclemencias del tiempo padecidas en los tendidos, porque si cobraran por el frío, nos habrían desplumado.

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

lunes, 25 de marzo de 2024

Ilusión por encontrarse con el toro y luego…

Algunos recordaban los Cuadri de otra manera. Será que la imaginación distorsiona la realidad o quizá es que la realidad puede ser otra.


Hacía tiempo que no había tanta expectación, o quizá sería más exacto hablar de ilusión, que en la tarde de los Cuadri de Madrid para abrir esta nueva temporada; que tampoco sabemos cuántas más va a haber o si definitivamente se pasa al modelo de “ferias, verbenas y poco más”. De momento y para empezar, parecía estar garantizada la presencia del toro y así fue, aunque el aficionado no pudo evitar salir de la plaza con una sensación extraña. De Cuadri eran, porque así lo indicaba la “H” tumbada, pero… que no se parecían ni a los padre, ni abuelos, ni primos lejanos que en otros tiempos se enseñorearon por Madrid. Trapío irreprochable, ni un pero, pero… Ni en el comportamiento parecían de lo que eran y habían sido, que se les hicieron mil perrerías y poco o no como cabía esperar, las acusaban. Que con tanto mantazo sin intención, con tan escasa capacidad lidiadora, la cosa se complicaba, desde luego, pero no lo otras tardes había sucedido. Y no vamos a medir las complicaciones de los animales según los maestros, porque ya se sabe que hoy en día, les sale uno que mira así y ya están perdiditos. Eso sí, los de a caballo no se habían parado a pensar si eran o no eran y se aplicaron a zurrarles la badana con saña, que parecían estarse cobrando la venganza de afrentas pasadas. Eso sí, allí estaban los tres espadas muy dispuestos ellos a levantar el brazo con ostensibles gestos de desagrado pidiendo al del palo que lo levantara y aliviara el castigo, pero sin hacer ni intención de ir a sacar al toro del peto. Que el pica debía decir: grita, grita, que como no me lo quites tú. Y como no se lo quitaban, pues allí seguía barrenando hasta que se le durmiera el brazo. Todos muy mal picados, puyazos traseros, caídos y venga que te zurra mientras les tapaban la salida. Unos primeros tercios dónde exageraban la distancia para el primer encuentro y que luego no dudaban en evitar una tercera entrada. Quizá con un poquito de lógica primero se le podía poner a una distancia prudencial y luego ya habría tiempo para dejarlo más en largo.

El gran artista de la tarde fue Ferrera, artista no sé si del magno arte del toreo o más bien del de Talía, musa de… Él sabe escenificar su incapacidad como nadie para hacer creer que está luchando cuan gladiador colosal. So sí, no se le puede negar su precisa y oportunísima intervención en un quite a un banderillero, mientras el que estaba a la salida del par solo fue capaz de tirar el capote al suelo. Al césar lo que es del del césar. Bien merecidas fueron las palmas. Pero hablando ya de su primero, poco o nada capote, mantazos sin poder, viéndose obligado a darse la vuelta cediendo terreno al Cuadri, haciendo lo que sería cosa de un subalterno, pero que el tendido jaleó sin pudor. El toro primero fue andandito al caballo y en el segundo encuentro ya mostró más alegría y codicia. Fijo en el peto, más peleando con el zocato, recibiendo cera como para alumbrar una catedral. Eso sí, el matador, allá a lo lejos, levantaba el brazo con desesperación con el “vale, vale”, colaborando para echarle el público encima al de aúpa, pero de tomar la seda e ir a sacarlo, naranjas de la China. Con la muleta, tanteo aparte, mucho trapazo, de uno en uno, sin parar de bailar, sin un asomo de aguante, aperreado con el que al final pareció más en Cuadri que el resto del encierro. A su segundo ya le empezó a cortar el viaje de salida, mejor por el pitón izquierdo, pero él solo daba para un manteo sin sentido. El toro empezaba a hacer cosas feas, que si escarbando, que si ahora echo la cara arriba en el caballo, que si sigo escarbando, que si derrotando con desesperación. Y la puya, pues aquí, allí, ahora más abajo, ahora más trasera. Achuchó a los banderilleros, que aguantaron y tragaron a base de bien al dejar los palos, primero Fernando Sánchez y después Miguel Murillo. En el último tercio Ferrera empezó trapaceando sin torear, para continuar con muletazos de uno en uno. En toda la tarde no fue capaz de ligar dos. Mucha carrerita, ahora cazo uno aquí, otro allá, otro… aprovechando el viaje más largo en algunos naturales, siempre citando desde fuera, pero eso al personal le importaba poquito, había pases, había entusiasmo; muletazos acompañados de voces que enardecían a los del sol, que era dónde más público había y quizá dónde se instaló gran parte del paisanaje. Que no se quejarán los toreros de esa tierra de lo incondicional de su público. La plaza se dividía en dos, unos jaleando y otros dando palmas de tango. Cómo se pusieron los primeros porque no gustara lo que a ellos les gustaba. Unos se volvían estupefactos como la vaca viendo pasar el tren, otros se encaraban mentando a…, otros simplemente pretendían imponer su supuesta cátedra con eso de “no tienes ni pu…”, y los de las protestas, pues a lo suyo. Y Ferrera, con banderazos, enganchones, carreras, muy encima del toro, muy fuera y para rematar, el palo al viento, que para lo que le sirve, bien tirado está, ¡fuera miserias! ¡Viva la vulgaridad! ¡Pobre Madrid! Culminó con un solemne bajonazo y mientras las mulillas procesionaban por mitad del ruedo, el espada, creyéndose Aquiles, se abrazaba en una imagen enternecedora con su subalterno. ¡Chacho, cómo habemos estao! Pues eso, que lo disfruten.

Octavio Chacón, pues poco que se pueda decir, estuvo por allí, muy desconfiado, con muchas precauciones y sin eso que algunos le recuerdan de llevar la lidia. La lidia, que se lleve sola. Incapaz con el capote, sin poder, dándose la vuelta para ceder todo el terreno. Sin colocar para el primer puyazo, de lejos en el segundo entre el seis y el siete, para que el picador ejerciera como un consumado partelomos, sin importarle la flojera del animal. Tomó el espada la pañosa para mostrar mucha desconfianza, siempre dando la impresión de estar preparando la escapada, más que intentar poder a su oponente. Soso, buscando a ver si el toro le iluminaba, pero cuando las cosas no se ven, no se ven y punto. En su segundo, un cornalón que te juran que es de Cuadri y no te lo crees, lo recibió de forma algo más aseada. Le pusieron de lejos al primer encuentro, pero hubo que acercarlo para que se arrancara. Le cogió bien el montado, pero lo que pudo haber estado bien dejó de estarlo al taparle la salida. El animal solo peleaba con un pitón, cosa no buena, dejando más clara su condición al tardear para la segunda vara, arrancándose finalmente ala media vuelta, sin llegar a emplearse en la pelea. Y de nuevo Chacón empezó a buscar y no encontrar, dejando que le tocara demasiado el engaño y siempre rectificando el sitio a cada embestida. El bajonazo final, muy similar al jaleado un ratito antes, fue la imagen que encerraba toda la labor de Octavio Chacón en la primera de la temporada.

Gómez del Pilar, torero apreciado en Madrid, torero al que muchos tildan de saber lidiar, pero que se empeña en dar permanentes muestras de lo contrario y como muestra, el recibo a su primero, punteándole mucho el capote, dándose la vuelta para recular hacia los medios y acabar abandonando al animal. En mitad del desorden, el Cuadri, que ese hierro lucía, no metía la cara en el peto, aunque si mostraba fijeza. En la segunda vara, desde lejos, le pegaron en toda la paletilla y en el tercer encuentro otro puyazo trasero, después de arrancarse las tres veces con alegría. Pero llegaron las banderillas y ahí se dolió, ahí dijo que eso no, que eso no se le hacía a un amigo. Inició Gómez del Pilar con cierta vistosidad el trasteo por abajo, pero poco tardó en empezar a bailar. Enganchones, pico, trapazos quitándole la muleta de repente y sin la quietud deseable. Fue acortando distancias, ahí se le venía a él, a merced del toro, lo que el público jaleaba; ya saben aquí la incompetencia provoca incertidumbre y esa incertidumbre llega y el que lo ve, lo traduce como emoción. Pues bueno, allá cada cual. Aperreado, optó por acortar demasiado las distancias, que eso siempre parece que gusta al personal. Y salió el último Cuadri, al que el señor picador acabó de arreglar con un marronazo y ante las protestas del personal, aunque se hubiera dañado en el ruedo, el señor del palco devolvió a los corrales. Salió un sobrero de Saltillo, que seguro que haría las delicias de Carpanta y el gremio de carniceros. Un zambombo azambombado, que en el manteo inicial desconfiado parecía que le costaba girar, aunque esto tampoco importó mucho, la mansedumbre no le iba a hacer esforzarse. Cara muy alta en el caballo, tirando derrotes y en estas que enganchó al penco por el pecho, que acabó despanzurrado en la arena. El desconcierto se extendió por el ruedo, convirtiéndose la lidia en un despropósito. El zambombo sintiéndose el amo y acabó adueñándose de la situación. Gómez del Pilar salió en un a ver qué pasa y solo pasó que no paró un momento, intentaba dar muletazos para acabar en enganchones, citando desde fuera, pegando tirones y al final el Saltillo ya se acabó revolviendo, sabiendo que la presa la dejaba atrás, para terminar buscando las tablas tras un bajonazo. Se cerraba la primera de la temporada, la de los Cuadri, tan esperados ellos, la tarde en la que tantos aficionados iban con la ilusión por encontrarse con el toro y luego…

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

viernes, 15 de marzo de 2024

Que saquen de nuevo al caballo, que antes, con el cubata y las pipas…

La cosa resulta que si quiere indultar a un toro, como antes estaba a mis cosas y no estaba haciendo caso al toro, pues no me he enterado de nada, así que, que me vuelvan a sacar al picador, a ver si ahora ya sí que me entero.


Vuelven los sesudos taurinos con eso de regular el indulto, no se sabe si para convencer a los que estos indultos no nos convencen, si para que el show sea más show o vaya usted a saber para qué. Que ahora dicen en Castilla y León que quieren incluir en el reglamento el que para devolver un toro al campo haya que hacer que el toro vaya de nuevo al caballo, pero no durante la lidia ordenada según la lógica del conocimiento de siglos, no; la cosa es que después de los tres tercios se decida que salga de nuevo el picador, por si a alguno aún le quedaban dudas. Ustedes me perdonen, pero si hay dudas, ¿cómo puede haber indulto? El indulto, a mi entender, es un sobresaliente cum laude, no es mirar si se aprueba al mozalbete que saca un 4,80 en un examen. Aunque claro, si el gran objetivo es aprobar al muchacho, cualquier razonamiento es bueno. Que claro, si hay dudas para ver si se indulta o no, quizá es que durante toda la lidia alguien no estuvo demasiado atento, ¿no creen?

Que esto de volver a sacar el caballo es algo que se ha escuchado muchas veces y en muchos lugares, pero, realmente, ¿es necesario? ¿Es que durante todo el transcurso de la lidia ordinaria el señor presidente, el propio ganadero, el matador, los veterinarios, el público asistente, el vendedor de refrescos, el que vende almendras, los acomodadores, los almohadilleros, los acomodados y bien acomodados en el callejón, no se han dado cuenta de si el toro era de indulto o no? ¡Hombreeee! Hay que estar más atentos, hay que fijarse más, hay que estar pendiente de si el toro hace fu o micifú y no estar tan absorbido por el cubata, las pipas o el mozo o la moza de tres filas más arriba o más abajo. Que sigo pensando y no sé si es necesario y oportuno alimentar este show del absurdo y el sinsentido, solo posible por el toro que tenemos hoy en día, demasiado domesticado y al servicio de los señores de luces, de sus caprichos y sus ocurrencias según les venga el aire. Que se ponen filosóficos, como si meditarán constantemente sobre esto y paren semejantes ocurrencias, que no llegan ni a la categoría de ideas.

Que imagino la escena y de verdad, ¿es necesario hacer pasar al toro por eso? Tres tercios, con el desgaste que supone y de postre el obligarle a estamparse de nuevo con el peto. Que no digo picarle, porque imagino que al menos le darían la vuelta al regatón, porque si además el de aúpa se nos viene arriba y se dedica a zurrarle, ¡para qué más! Que digo yo ¿No sería más sencillo, más lógico y menos aparatoso que para que se pueda indultar un toro sea obligatorio el que fuera un mínimo de tres veces al caballo, que al menos recibiera tres puyazos? Así de fácil. ¡Ah! Pero es que entonces lo mismo podría pasar que en lugar de aguantar trescientos veintisiete trapazos y medio solo se tragase treinta y cinco ¡Acabáramos! Entonces, a ver si va a resultar que todo es un trámite sin más y que lo realmente interesante es el trapacerismo. Entonces no digo nada, adelante con su liturgia del trapazo que tanto les entusiasma. Que esto va de que el personal salga contento y si para eso hay que darle la vuelta y poner boca abajo la lidia y su lógica, pues nada, ¡ancha es Castilla! Que uno piensa y piensa y no puede llegar a otra conclusión de que, ¿qué ha sucedido en los veinte minutos precedentes para que al final haya que volver al principio de la película? No nos hemos enterado de nada y resulta que tenemos que rebobinar para saber de qué iba aquello que tenemos ante nosotros. Y lo que es peor, esto es una muestra más de que la lidia no existe y además no importa. Que se les llena la boca a tantos y tantos con eso de la lidia por aquí, la lidia por allá y no se enteran si un toro merece ser indultado o no, que aún tienen dudas y… Pues vuelvo al principio, si para que se dé este caso hay que vencer solo una mínima duda, entonces lo del indulto no tiene caso. O sobresaliente cum laude o una muerte digna a estoque en el ruedo. Aunque tampoco se me va la imagen del señor presidente, el propio ganadero, el matador, los veterinarios, el público asistente, el vendedor de refrescos, el que vende almendras, los acomodadores, los almohadilleros, los acomodados y bien acomodados en el callejón pidiendo que saquen de nuevo al caballo, que antes, con el cubata y las pipas…

 

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

 

viernes, 8 de marzo de 2024

Esos ateos taurinos casi antitaurinos

Un genio un día cogió una silla para torear y años después, una divinidad la convirtió en toro. Vivir para ver


Qué horas tan revueltas y de depravación estamos viviendo. Como diría el clásico, ¡adónde vamos a ir a parar! La falta de respeto se ha instalado en el mundo, se ha perpetrado en esas almas negras de pecado, esos corazones sin corazón, con ese descaro que solo la maldad maneja. La falta de fe en la divinidad es algo que en estos momentos no nos podemos permitir. Esos que se manejan con una insultante falta de impunidad y que se plantan delante de un dios a cantarle las cuarenta. Pero, ¡adónde vamos a ir a parar! Si no se respetan a los seres superiores, a esos entes de categoría excelsa, suprema, cuasi divina, siempre por debajo de la divinidad, por supuesto. Que ahora resulta que uno de los baluartes de la tauromaquia de este siglo y de parte del pasado, de toda la eternidad taurina, era un ventajista, un tramposo como dicen esos ateos de la fe taurina.

Nunca han sido de fiar los descreídos, porque esos no tienen ni principios, ni valores. Esos desconocen lo que es ponerse delante de una fiera corrupia que te quiere devorar, quizá porque desconocen la doctrina y el catecismo taurino de la técnica, esa que está solo al alcance de los dioses y que solo los muy devotos son capaces de sentir, de poseer esa sensibilidad en la que el trapazo cae sobre ellos como lenguas de fuego. Y esto, por mucho que estudien, investiguen, vean o hablen en interminables charlas, no está al alcance de esos ateos de la tauromaquia que niegan la divinidad aunque se haga presente ante ellos. Estos negacionistas del toro bravísimo, encastadísimo, obedientísimo, colaboracionista hasta el extremo y hasta con cara de tan buena gente, que dan ganas de invitarle a un colacao con galletas. Eso sí, tienen que reconocer estos ateos, estos descreídos, que este toro de la fe taurina no se cae como en otros tiempos. ¡Milagrooooo! Aunque dicen estudiosos de la biblia taurina que igual los de otros tiempos tampoco se caerían si apenas se les arañara una vez en el caballo, dos en las plazas de primera, y si en lugar de ese destoreo en línea, mandándolo al animal allí a lo lejos, como si le mandara a por tabaco al final de la calle, a ver si aguantaban un toreo de mando, primero sometiéndolos con los capotes y después con una tanda de muletazos sometiendo, enroscándoselo a la cintura, de arriba abajo, de fuera a adentro y rematados detrás de la cadera. Pero claro, a aquellos había que picarlos y poderlos, porque lo mismo se venían arriba y… Bueno, el resto imagínenlo ustedes.

Señores ateos, cómo pueden negar la divinidad de los dioses taurinos si ustedes no han oficiado nunca de luces, tal y como decía el gran filósofo, el magno pensador del toreo, el famosísimo, sí, hombre, ese que… Bueno, no lo recuerdo… ni yo, ni nadie que no fuera de su familia, si no se han puesto ni delante de un caracol. Que sí, que me dirán que cómo saben ellos quién se ha puesto y lo que es más, cómo saben que esos ateos no saben, porque no… lo de siempre. No vamos a entrar en esto del dogma taurino, porque ya se sabe, los dogmas se creen o no se creen, no hay ciencia, ni saber, porque los dogmas, dogmas son. Que ellos, los seres de fe son capaces de verlo que el ateísmo nos niega, nos ciega y no llegamos a ver más allá del toro íntegro encastado y del torero honesto con la fiesta, que no con la fe que nos invitan a reconocer como única, bajo pena de excomunión, ¿qué digo? De penar en las llamas de la fe por anatema, herejía, por no tener la categoría moral de quién vive el dogma con absoluta entrega, negando nada que no esté en sus sagradas escrituras del fraude y la trampa al servicio del negocio. Los ateos no creen en milagros, quieren la evidencia, aunque esta tampoco valga para entrar en el paraíso de los justos. Para ello hay que ver, sentir, pensar y mantener los gustos que la divinidad manda. Aunque ya digo, si estos ateos no son capaces de reconocer el milagro si este sucede ante sus ojos, si no son capaces de ver el milagro de las tertulias de Caná, en que una silla se convierte en toro y esta embiste hasta allá, bien lejos, ante el entusiasmo de los creyentes y ante la estupefacción de los malajes descreídos. Y es que ya lo dicen los apóstoles y fieles del dogma del taurineo cuando se refieren a esos ateos taurinos casi antitaurinos.

 

Enlace Programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html