jueves, 30 de octubre de 2025

A veces los imponderables


 Habíamos puesto toda la ilusión del mundo en poder pasar un rato con tan buena compañía como los amigos y aficionados, pero hay veces que hay imponderables que se cruzan en el camino, como unas goteras que se deben reparar con urgencia en la Sala Bienvenida, que han aparecido con las últimas lluvias. Esperamos poder cumplir la ilusión de juntos, supuestamente, hablar de toros. Mil disculpas y muchas gracias a todos.

miércoles, 22 de octubre de 2025

Mil gracias mil a todos

Será un placer compartir un rato en el que se hable de toros. Hasta completar aforo

Pues sí, los que hacemos Tendido de Sol Hablemos de Toros, cumplimos 10 años. 10 Años de gratitud a los que nos han llevado de la mano hasta aquí, a los que han hecho el programa suyo y lo han conducido por buen camino. Uno empezó con este blog y continuó, supuestamente, Hablando de Toros, todas las semanas. Como en este mismo sitio, ese era el único objetivo, compartir opiniones y hablar de toros, sin pretender jamás ser poseedor de la verdad absoluta, faltaría más. Pero sin renunciar nunca a expresar esta forma de ver y entender los Toros. Y no hay mejor forma de celebrar estos 10 años, que siguiendo compartiendo con los buenos aficionados y por eso, contando con la colaboración del Centro de Asuntos Taurinos, el miércoles, 5 de noviembre de este 2025, a las 18,30, grabaremos parte del programa en directo, en la Sala Bienvenida de la Plaza de las Ventas. Estaremos encantados de poder seguir compartiendo, en persona, una buena charla de toros. Y nunca será suficiente, pero ahí va nuestro agradecimiento a todos. Mil gracias mil a todos.


Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

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lunes, 13 de octubre de 2025

De la gloria excelsa al bochorno más vergonzante

Al menos alguien sí que homenajeó merecidamente al del mechón.


Hay una película italiana, con Sofía Loren y Marcello Mastroiani, titulada Una Jornada Particular, quizá como la vivida este 12 de octubre en la plaza de Madrid. Una jornada que se esperaba por parte de algunos con ciertos y fundados temores, sobre todo viendo los movimientos y manifestaciones de los taurinos. Muchos auguraban que este sería el día del rabo en Madrid, se anunciaba la intención del señor director de la banda de volver a tocar la música durante la lidia de los toros. Lo primero no ha llegado, aunque esto no quita que al final el aficionado de Madrid se haya sentido abochornado, herido en el amor a su plaza por lo sucedido en el cierre de temporada. Y lo del señor director, pues igual debería echarle una pensada a eso de mandar tocar a los maestros. Que uno entiende que quiera encontrar su momento estelar, pero para ello hay otras vías, “Got Talent”, “Operación Triunfo”, la orquesta Miramar y el circo del Chino Chim Pún. Que si tanto abogan muchos por eso de las tradiciones, en Madrid existe una desde hace décadas, el que la banda calle mientras un toro está en la arena.

Empezamos de mañana con el festival homenaje a Antoñete, con ganado de diversas ganaderías para Hermoso de Mendoza a caballo, Curro Vázquez, Frascuelo, César Rincón, Enrique Ponce, Morante de la Puebla y Olga Casado. Se han repartido orejas como si no costaran, pero en ese ambiente festero apareció un torero y si hay torero, es fácil que se haga el toreo. El toreo de siempre, eterno, inmortal de Curro Vázquez, un jovenzuelo que pasa la... ¿qué más da la edad? Ha dado una lección de toreo, todo con sentido, ni un trapazo en balde, con el aperitivo de una media de una vez. Ya poco más se podía esperar, pero llegó, una tanda con la derecha llevando al novillo y dos trincherazos hasta el final y con el animal metido en la tela. Toreo al natural y dos trincherillas que aún nos rebosan en la mirada. De nuevo a a diestra, dos por abajo y los presentes no sabiendo qué hacer, no creyendo lo que estaban viendo. Y hasta la estocada, con habilidad, que dio con el Garcigrande en la arena. Pero aquello era verdad, había sucedido. Después llegó Frascuelo, que a un toro complicado solo le pudo enjaretar las medias de Frascuelo, enroscándose al novillo en su alrededor. Después vimos al Rincón que quiso recordar aquel año mágico y puso voluntad para ello, aunque era inevitable comparar y con lo visto anteriormente no cabía comparación alguna. Luego los que vinieron detrás fueron lo que ya vemos todos los días, incluso lo que a muchos les gustaría no volver a ver, pero... nada nuevo bajo el sol. Que sí, que despojos a cascoporro, pero después de haber visto torear, ¿nos vamos a poner a echar cuentas de...?

Después del festival, todos los mayores no paraban de comentar, uno que había rejuvenecido no sé cuántos años, otro que aquello era toreo, otro... Pero había que volver a la plaza, corrida de la Hispanidad, con el montaje que se prepara de unos años para acá, con lluvia de despojos gratis, con la apariencia, y no tanta apariencia, de convertir aquello en algo artificialmente histórico, incluso con ciertos tintes políticos, precisamente cuando tantos no para de afirmar que los toros no son políticos. Ya saben, haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga.

Ganado de Garcigrande, de nuevo, flojos, alguno pasado de kilos e insoportablemente modernos, pero que como son lo que piden los taurinos, hay que.. amoldarse. Confirmaba y abría plaza Sergio Rodríguez, con una idea demasiado de hoy en día, que lo mismo recibe un toro con chicuelinas, que no sabe manejarse con el capote, que a nada que se le ponga levantisco un toro, tampoco se maneja con la pañosa y a nada se ve apurado, creyéndose que se pone exquisito citando perfilero, con la muleta atrás y atravesada, sin mando, sin parar quieto. Otro recurso es ponerse de rodillas, pero tampoco funciona, aunque eso de meter después el pico, pegar trapazos y trapazos y más trapazos quizá fuera por quedarse absolutamente descolocado, después de que sus dos compañeros de terna, sin pensar un segundo en él, decidieran cortarse la coleta. Que si le dicen que se tenía que marchar a su casa por las buenas, igual lo habría llegado a asimilar mejor, sin sentirse ninguneado y que sobraba más que una suegra en la noche de bodas.

El segundo del cartel era Fernando Robleño, que como había anunciado, era su despedida de Madrid, su despedida de los ruedos. En su primero no paró de de citar desde fuera, abusar del pico de la muleta, pegar tirones y seguir con el pico, como si el Garcigrande fuera una fiera corrupia, a la que despachó de varios pinchazos y un bajonazo. En el que hacía quinto le jalearon el capoteo de recibo, que se tradujo en ir detrás del toro en dirección a toriles. En su último trasteo en Madrid le instrumentó una serie bastante regular, para continuar algo acelerado, tirando de pico y echándoselo para fuera. Con la zurda consiguió algún pase más que aceptable, para acabar con el pico, a un toro que no paraba de ir una y otra vez. Pinchazo y estocada más que caída, que le valió la oreja del público, para después de pasearla, permitir la entrada en el ruedo a los niños que le cortarían la coleta. No diré nada, pero quizá podría haberse llevado a cabo la ceremonia al finalizar el festejo, era lo lógico, pero viendo lo sucedido después, lo mismo no le habrían dejado ni acercarse a pedir unas tijeras.

Y llegamos a Morante de la Puebla, al que los jóvenes y algunos no tan jóvenes han proclamado el mejor de la historia, mientras otros recordaban y comparaban odiosamente con lo de la mañana. Recibió a su primero con esos recortes de capote que tanto frecuenta por esas plazas del mundo. Con la muleta inició con ayudados por abajo con enganchones y aclamaciones, que a poco podían resultar hasta cómicos. Muleta retrasada, demasiados enganchones y abreviando para tomar la espada para pinchar varias veces yéndose una barbaridad y cobrar una estocada con habilidad. Recorte de rodillas para recoger a su segundo, medio chicuelinas o cómo se llamen, con medio capote, resultando arrollado en uno de los lances. La caída fue fea y daba la sensación de que Morante quedaba conmocionado, que le costaba volver en si totalmente. Desorden en el segundo tercio, con Morante ya incorporado de nuevo al ruedo. Tomó la muleta para empezar a apelotonar muletazos con el pico y muy fuera. Nuevo desarme y el espada en apuros. Continuó con la misma tónica, muleta atrás, atravesada y metiendo el pico, pero al personal le daba lo mismo, había que volver a montar el numerito de la pasada feria y después de una entera con derrame y gracias a la inestimable colaboración de don Roberto Gómez, funesta presencia en el palco también hace unos días, tras regalar dos despojos y pisotear la plaza de Madrid, se consumó la representación que tanto habían imaginado y preparado los taurinos. Y cuando se suponía todo acabado, el diestro se fue al centro y se quitó el añadido, lo que hizo que la bronca al palco no sucediera. Como montaje, un diez, pero el orgullo de Madrid quedó en negativo. Esto es un sin dios bochornoso e inaguantable; que no habían ni enganchado al sexto, que ya estaba esa insolente e indocumentada chavalería okupando el ruedo. Y se dio una imagen curiosa, los jóvenes para sacar a cuestas a su ídolo, a su divinidad y otros grupo, bastante menos numeroso, dispuesto a sacar aúpa a Robleño, unos por aquí y otros por allí, que como comentaba uno, parecía la procesión del encuentro. Que hay interpretaciones para todo. Una jornada particular, como la película en que se pasó en el mismo día, de la gloria excelsa al bochorno más vergonzante.


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domingo, 12 de octubre de 2025

Tanto entusiasmo y tan poco toreo

Puede que nunca vuelvan aquellos Albaserradas del paleto, pero al menos en esta ocasión el hijo no nos ha aburrido con solemnidad


Cuando la plaza de Madrid se pone cariñosa no hay quién la gane; que igual puede darse la circunstancia de que los entusiastas no sean habituales de la plaza, pero oiga, si no quieren que los transeúntes le coman la tostada y no están de acuerdo con ese entusiasmo, pues háganse notar, pero... y si resulta que los serios, circunspectos y exigentes, según se autodenominan algunos, se entusiasman con ciertas cosas más que la tía abuela de los de luces. Pues entonces no queda otra que afirmar que la plaza de Madrid se nos pone muy cariñosa. Y cuando el cariño asoma, olvídense de que si falta toreo, lidias o lo que ustedes quieran y supuestamente otros reivindican cuando se ven crecidos. Que así pasa, que en mitad de esas locuras y delirios por los coletudos, cualquiera pregunta por dónde está el toreo. Que lo mismo quieres que te expliquen y te sueltan que fulano o mengano “han estado muy bien”. Ya, pero, ¿cómo? Pues que ha estado muy bien. Sí, pero; ¿puedes explicar ese muy bien? Pues muy bien. Y de ahí no le sacas. Que luego también están los del bisturí y te dicen que ha dado un natural muy bueno. Perfecto, pero, ¿eso nos vale como toreo? Ya, pero es que ha estado muy bien... y vuelta la mula al trigo, que no les sacas de ese jardín. Pero tampoco nos vamos a quedar enganchados en ese “es que ha estado muy bien”.

Era la de Victorino, corrida que consigue año tras año, desde hace.... que el ambiente se enrarezca casi desde que abren las puertas. Al menos en esta ocasión ha echado una corrida de toros en lo que a presentación se refiere, no esas cabras que ha traído otras veces. Quizá es que el pienso este año está más barato, quizá que es final de temporada y los toros han podido rematarse más y mejor. No se puede decir tampoco que haya sido un desfile de borregos, ni mucho menos; que alguno ha andado justito de fuerzas, pero al menos en su comportamiento, incluso el que ha tirado una coz al caballo, han mantenido la atención de entusiastas y perplejos por el entusiasmo. Que lo mismo para los actuantes, David Galván, Román y Ginés Marín, era demasiada tanta atención y habrían preferido algo más calmado, aunque quizá estos mismos han contribuido con sus maneras a que los Victorinos se fueran complicando más de lo que esperaban. El primero ya empezó poniendo en apuros a Galván, que se vio superado en el recibo de capote, teniendo que girarse perdiendo terreno. Un derribo en la primera vara, como parece norma, porque el picador no se agarra bien y entonces viene lo que viene. Que el toro después solo se dejó sin más. El animal acudía pronto a la muleta, mientras el espada se la dejaba tropezar sin necesidad, sin mandar jamás en las embestidas, sin pararse en ningún momento, el toro se lo comía y en una ocasión que se quedó descubierto, fue prendido y tuvo que pasar a la enfermería, despachándolo Román, que solo en los muletazos para cuadrarlo, ya se vio también superado. Quizá fue el Victorino más encastado del encierro o el único de los seis.

Se cambió el orden de lidia para evitar que los dos espadas estoquearan dos toros seguidos. Román lidió el que hacía segundo en tercer lugar, un toro que se le rebrincaba en el capote y al que el valenciano acabó dejando a su aire. Muchos capotazos de todo el que pasaba por allí, tan solo para ponerlo al caballo. No se picó y lo poco que se le castigó se lo tragó el animal sin ademán de querer pelear, quizá porque tampoco andaba sobrado de fuerzas. El trasteo fue... fue, como fue, sin asomo de temple, pico, dejándosela tropezar, a merced del toro, sin llevarlo ni una sola vez, muy fuera y esperando que el toro pasara solo, sin torear jamás, simplemente estar allí, mientras el Victorino iba una y otra vez, quizá pidiendo unas gotitas de toreo que no se le concedieron. Un bajonazo y una orejita, quizá por el entusiasmo del coletudo y el de los presentes, que de esto estaban sobrados ¡Cómo jaleaban los trapazos y hasta los enganchones! Al quinto lo recibió con más mantazos aún, perdiendo terreno de espaldas a los medios y desentendiéndose del cárdeno en cuanto pudo endosárselo al peonaje. Otro derribo, que a algunos igual les hizo pensar en que aquello iba a ser un dechado de bravura, pero eso de tirar coces al peto acaba con toda ilusión del entusiasta... o no. La faena transcurrió por los mismos cauces de su primero, pico, muy, pero muy fuera, venga trallazos, aperreado con el animal, sin parar quieto un momento, incapaz, por mucho que cambiara de pitón, lo mismo que en el anterior, pero aquí falló el entusiasmo general, quedando solo en el de los más afines, que hasta se lanzaron a celebrar una entera traserísima haciendo guardia. Que igual en este caso no se veían capaces de repetir eso de “ha estado muy bien”.

Ginés Marín hubo de llevar la lidia completa de tres de los Victorinos y en ninguno lució. El primero salió echando las manos por delante, al que recibió con verónicas sin rectificar por el pitón izquierdo. Bien conducido al caballo, donde el toro recibió a modo. En la segunda vara solo se dejó, pero el animal metía la cara abajo. Con la muleta se empeñó Marín en empezar por el derecho, obviando el buen pitón que podía ser el zurdo. Trapazos con el pico, trallazos en vez del temple que precisaba para no caerse y cuando ya empezaba a defender cambió a la izquierda. Para entonces ya no le quedaban bríos y entraba con paso de moribundo. Con el que hizo cuarto ya empezó Marín dándose la vuelta de espaldas a los medios. El toro empezaba a dejar ver su querencia a terrenos de manso. Le dieron bien en el caballo, ya saben, el padre del matador, que siempre se aplica con ganas, con demasiadas ganas. Luego llegaron muletazos ventajistas con el toro queriéndose marchar una y otra vez, pero un bajonazo infame acabó con todo. El sexto ya se caía de salida, se revolvía pronto, metía la cara, pero había que torearlo, no iban a valer mantazos al aire. En el primer tercio se durmieron toro y jinete, pasando el trámite sin más. Faena con una interminable sucesión de trapazos. Todo lo que fuera hacia los medios lo tomaba sin reservas, más reticente hacia adentro, pero Marín a lo suyo, para acabar aperreado , sin poder en ningún momento, dejando que su oponente lo fuera llevando poco a poco hacia las tablas. Pinchazo tras pinchazo en la suerte contraria y, ¡oh, qué cosas! En la suerte natural el toro le ayudó más y pudo cobrar una media. Con el entusiasmo que rebosaba en la plaza, esas ganas de sacar pañuelos al viento, de llenar el ambiente con ¡bieeeejjjnn! Pero sin una miaja de toreo que echarnos a la vista. Y es que todo quedó en que tanto entusiasmo y tan poco toreo.


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sábado, 11 de octubre de 2025

Madera de figurones

Entre telonazos y desprecio, más de uno haría la tarde, aunque como dijo aquel, con esto se engañara al personal como a chinos..

Si usted quiere ilusionarse con las figuras del futuro, no busque más, aquí le presento a tres que en dos patadas se han puesto a mandar en el escalafón superior. Que empezarán alternativándose en una de esas plazas de Dios para que el maestro no abra plaza, luego vendrá a confirmar a Madrid con las mismas, para que un veterano no tenga que ir por delante. Que todo tiene su orden y no vamos a echarlo por tierra así de dos patadas. Además, estos aspirantes, que digo aspirantes, casi ya figuras, ya tienen experiencia con el ganado de las figuras ¡Qué lo dudan! Pues como muestra, un botón, novillada de la feria de Otoño de Madrid, con ganado de Fuente Ymbro, el de las figuras, para Bruno Aloi, EL Mene y Pedro Luis. Que ya lo estoy viendo en las paredes de todos los cosos del mundo mundial. El mismito en todas partes. Y tranquilos, que no habrá que cambiar el ganado, porque de lo de Fuente Ymbro seguro que no nos faltará, antes se nos agotará el aire que respiramos. Que este es un hierro de garantías, que ya los puedes ver hoy, mañana, hace un año, un lustro, que varían tan poquito. No se salen ni una miaja de los límites del toro para que las figuras se expresen. Y en estas, en las Ventas, claro que se han expresado. Igual no demasiado, pero bueno, el mejor escribiente hecha un borrón. Que sí, que vale, que la plaza estaba entregada a cualquier posible pantomima y que entre los tres no se han dado ni una vuelta al ruedo y mucho menos cortar despojos, pero...

Una mansada que en el caballo se ha limitado a tirar derrotes, echar la cara arriba y salir despendolados al notar el palo. Que les dirán que ha habido dos derribos, pero más por no agarrarse bien el de aúpa, que por empuje. Una vara trasera y el novillo echando la cara arriba con desesperación y el caballo al suelo. Solo el último de la tarde ha medio cumplido en el peto, después de ese derribo al notar el palo en mitad del lomo. Bruno Aloi volvía una vez más y van... para decir siempre lo mismo. El capote que es un adorno que no maneja ni para fijar al toro, ni para llevarlo al caballo, ni mucho menos para sacarlo, que para eso vale con levantar la mano. Que sí, que como todos lo usa de perlas para esos quites de a volar la manta, sin toreo, ni nada que se le parezca. Pero es que con la muleta tampoco está para mucho alarde, que él va a lo del trapaceo moderno y si el toro no aguanta en pie, como su primero, se mete entre los cuernos y andando. En su segundo, que al menos se mantenía en pie, se organizó un verdadero caos en el ruedo, a lo que colaboraba el novillo, empeñado en querer escapar constantemente y si encima no se hace ni intento de fijarle, ¡para qué más! Pero eso no evitaba que Aloi diera un recital de trapazos enganchados y tan pesado se puso, que el Fuente Ymbro acabó levantándole los pies del suelo. Pero tan pobre fue su trasteo, que no había opción ni a la oreja del revolcón. Pero seguro que la empresa nos lo vuelve traer, por si se nos había olvidado lo poquito que da de sí.

El Mene es un novillero del que se habían oído cosas, cosas muy ilusionantes, pero ni en su presencia anterior, ni en esta, ha respondido a otra cosa que no sea el ser un prototipo de esta vulgar modernidad. Con un sentido de la lidia acorde a los tiempos, que lo mismo da mantazos desacompasados de recibo, que te tira a la cara unas chicuelinas, sin importarle lo más mínimo si el novillo se marcha suelto por la arena, como en su segundo; en el primero nos evitó lo de las chicuelinas. Luego pico y más pico, enganchones, trallazos, tirones o como en su segundo, a cazar muletazos aquí y allá. Muy vulgar y sin sonrojarse al tirar de repertorio de talanquera. Y de verdad, si alguien me viene con que es un fenómeno, que antes me invite a una infusión de adormidera para no recordar sus tardes de gloria en Madrid.

Y acabemos con Pedro Luis, que tenemos que agradecer su vuelta a Madrid a uno de esos sabios que en su día aseguró... yo que sé que aseguró, pero venga Pedro Luis otra vez. Que será que algunos no entendemos esto de la tauromaquia moderna, pero eso de te pego una sarta de mantazos y luego ahí te las apañes, que no lo llegamos a asimilar. Que luego ya será el peón el que me lo lleve al caballo, aunque este precise mil capotazos. Que ya irá él para lo de la muleta. Que no se piensen que se diferencia de sus compañeros, vengas trapazos sin parar de bailar, dejándose enganchar la tela, mucho pico, muy fuera y porque le avisaron desde el palco, que si no, ni pensar en ir a por la espada. Y en el menos manso, el sexto, no se crean que cambió el panorama. Porque lo de portagayola ya es algo que se espera. Tras los telonazos de inicio del trasteo, trallazos sin llevar jamás la embestida, pico y tirones por ambos pitones y una interminable sucesión de trapazos, sin que ni él, ni el respetable vieran el fin. Que ustedes igual piensan que estos jóvenes no llegarán, pero seguro que ustedes, como yo, estamos muy equivocados, porque tal y como está esto montado, seguro que más de uno de los que manejan el cotarro les habrán visto, sin duda alguna, madera de figurones.


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viernes, 10 de octubre de 2025

Que salgan los mozos del pueblo

Ser torero, una ilusión que ahora parece que ha mutado a quiero ser figura y si se toma a estos por modelos, pues...


Era una final de no sé qué o no sé qué al final. El caso es que salieron unos jovencitos vestidos de luces y un ganado que parecía el de una capea de pueblo o de una despedi9da de soltero. Que sí, que me dirán que era una sin caballos, de acuerdo. Pero en Madrid se han echado novilladas para sin caballos, con bastante más presencia y mucho más seria. Vamos, que digo Madrid y podría decir Añover de Tajo, sin finales, sin ser plaza de primer y sin ningún camino a las Ventas: Novilladita de Ángel Luis Peña, con sus cositas, más por la incapacidad de los de luces que no sabían por dónde se andaban. Que una cosa es que no estén nada curtidos, que es lo lógico, pero lo que sí se les puede pedir es que tengan hambre y que no te vengan a soltar el repertorio al uso de naturales y derechazos. Pero claro, si nos vamos a poner a pedir peras al olmo y el olmo son estos chavales, que sigan a pies puntillas lo que sus “ídolos” los figuras, que es su máxima aspiración, ser figuras. Lo de torero, matador de toros o similar, nada, figura. Los finalistas, Pedro Gómez, Samuel Castrejón e Ignacio Garibay, ya en el paseíllo empezaron a tener a más de uno con la mosca detrás de la oreja, con una amanerada parsimonia que resultaba... chocante. Pedro Gómez empezó un tanto alborotado, que ahora me sorprende una arrancada, que ahora me pisa la muleta, con las maneras propias de estos tiempos, pico y muy fuera. En su segundo salió a ganar, pero quizá con un guión que a lo mejor no era el más adecuado... o sí. Que si portagayola, que largas de rodillas, poniendo banderillas, cuando atinaba en lo negro, que si pases por la espalda, por delante, aceleradísimo, sin parar un momento y sin intención de hacerlo. Venga trapazos, sin llegar a poder ni un poquito con un becerro al que le costaba mantenerse en pie y para colmo, una estocada envainada, con un palmo del acero dentro y el resto al aire, que parecía que el novillo era un mosquetero presto a desenfundar.

Samuel Castrejón empezó con las mismas prisas de su compañero y hasta llegó a parecer que se sosegaba un tantito así, pero nada, pura ilusión. Aperreadillo con el novillote, pero hasta los enganchones se le jaleaban, quizá los partidarios pudieron haber llegaba a la plaza en autobuses de la Blasa y metro, sin necesidad de tener que fletar otros de larga distancia. Desarmes, carreras, venga enganchones y si no llega a ser por la espada, ya veía yo al personal clamando un despojo. El que se le regaló en su segundo por prácticamente un trasteo con un estilo calcado o quizá con más carreritas todavía. Pero bueno, a esa edad y con esos animalejos alejados del pienso, todo se les perdona y si de paso baten un récord de velocidad, bienvenido sea. Y cerraba Ignacio Garibay, de nombre ya visto por estos lares, aunque no es que dejara demasiada huella su predecesor. Pero como a quien a lo suyo se parece, honra merece, este Garibay tampoco será recordado. Eso sí, llamó la atención que en el soso recibo a la verónica no se enmendó ni en un solo lance. Que ya tiene mérito en estos tiempos. Pero con la muleta, trapazos que parecían dados con una bayeta, enganchones, carreras prisas, desarmes. Perfilero, muleta retrasada, un cuadro. En su segundo, una cabra de la sierra de Gredos, le recibió de larga de rodillas y faroles, algo poco visto hoy en día. Pero cuando ni con eso podía, se puso a dar chicuelinas y al final resultó cogido. El animal no podía ni con el aire que respiraba, se despanzurraba en la arena a nada que le hicieran moverse. Y el espada venga a querer soltar todos los trapazos que traía pensados de casa. Pero aún así, cuando se mantenía en pie, no podía con el de Peña. De rodillas y se le comía y venga trapazos, con la desesperación de los presentes. Bueno, ya va a por la espada y de repente la tira y más trapazos, que si con la muleta del revés, que si manoletinas y todo para acabar de bajonazo. Declararon vencedor a Castrejón, quizá por eso de la proximidad de los partidarios. Con un público muy entregado, aunque no les pregunten por qué, de los actuantes y otro habitual, silencioso en este caso, que tampoco era para ponerse allí a montar la marimorena, quizá porque era una becerrada, los chavales se tienen que hacer y la plaza impresiona, aunque también es verdad que alguien les tendría que guiar un poquito, porque lo mismo en otras plazas el personal se encorajina con ese ganado y se pone a gritar que salgan los mozos del pueblo.


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lunes, 6 de octubre de 2025

A nada que se complican las cosas, se complican mucho

Quizá no estaría de más que a algunos se les recordara que no todo son derechazos y naturales, que hay más recursos para meter en vereda a un toro.

Los gustos cambian y la plaza de Madrid no iba a ser menos, en otros tiempos esta parroquia valoraba el toreo, no el dar pases; el toreo, que no era otra cosa que llevar a los toros por donde este no quería ir. Lo fácil que se dice y lo difícil que es ponerlo en práctica. En otros tiempos se valoraba el corazón y la cabeza, sobre todo la cabeza, porque corazón podían tenerlo muchos, pero cabeza... Como ha cambiado todo, ahora el corazón parece que lo puede todo, que si un torero pone voluntad, aunque con poca cabeza, aunque esté a merced de lo que diga y desee el toro. Que se decía que se medía al torero por lo que tenía delante y lo que era capaz de hacer ante él. Cosa diferente a es que si el toro tiene complicaciones y estas no se saben resolver, si el hombre está ahí, ya es más que suficiente. Y si entramos en eso del mano, de ligar, eso ya son terrenos demasiado complicados, ahí ya nos perdemos. La cuestión es que haya pases, muchos, cuantos más, mejor y si para dar uno y otro y otro hay que recuperar la colocación, lo que nos dice que toreo ha habido poco, da lo mismo.

Pues algo parecido ha sucedido en la que cerraba el primer fin de semana de esta feria de Otoño.

Se anunciaban toros Fuente Ymbro, el Puerto de San Lorenzo y la Ventana del Puerto, pero vayan ustedes a saber por qué, de la Ventana no nos ha llegado nada o quizá estaba previsto que pudiera ser así, pero ya sabemos esta práctica tan común por parte de Plaza 1, que te anuncian todos los hierros de una familia y así, malo ha de ser que no completen una corrida. Ya tienen pensado hasta el que haya toros que se echen para atrás, pero como tal o cual hierro está anunciado, así no hay excusa para que nadie pida la devolución de la entrada. Que pillines estos de la empresa. Pillines y lo que no son pillines. Que finalmente han sido tres y tres del Puerto y Fuente Ymbro, para Uceda Leal, Fortes y Víctor Hernández.

Uceda Leal, torero con largo bagaje, ahora parece limitarse a pasear su elegancia torera y poquito más. Elegancia que tapa el toreo de ventajas, pero que a veces parece que no se tiene en cuenta tal circunstancia. A su primero del Puerto le recibió de forma aseada a la verónica, afortunadamente no parece haber entrado en eso de los recibos con recortes, lo que es de agradecer. El animal metía la cara y aunque aguantó en pie, andaba justito de fuerzas. Con la muleta ha tirado del pico, en algún momento apelotonando los muletazos, salvándose únicamente los remates, que se agradecen, pero no llega para que se te llene el ojo. Al cuarto, de Fuente Ymbro, lo sujetó con verónica eficaces en el recibo. Fue tres veces al caballo, pero no se le picó, algo que quizá acusó en el último tercio, en el que Uceda no se hacía con él, un mansito bronco, violento, al que no doblegó por ninguno de los dos pitones. Y por el percance de Víctor Hernández, tuvo que despachar al sexto, este del Puerto, que salió parado y olisqueando, sin interesarle los capotes. En el caballo anduvo con la cara alta, volviendo él solito a por la segunda vara, al estar pendiente de aquello que le había hecho pupa. En la muleta entraba tirando derrotes, un cabeceo molesto, poniéndose pegajoso y Uceda que no se hacía con él, quizá un macheteo le habría venido bien. Cerró con una entera con mucha habilidad, no tan acertada como la de su anterior toro, que parecía querer recordar aquella espada del madrileño.

Fortes se encontró con uno del Puerto que parecía de salida que le iba a costar mantenerse en el ruedo. Llegaba a las telas como un burro, tirando arreones, echando la cara arriba y en una segunda entrada que antes de poderla contar, ya estaba lejos del peto. Muletazos destemplados por ambos pitones rodilla en tierra y una tanda a continuación tirando del pico. Pico que siguió presente, desarme incluido, muy exagerado, muletazos empalmados, más trapazos con la zurda, muy fuera, sin dar muestras de poder con el toro, encimista, citando con la muleta retrasada. En el quinto, el último Fuente Ymbro de la tarde, ya de salida se iba al suelo, poca pelea en el caballo y fue en un quite cuando este cogió a Víctor Hernández en un quite capote a la espalda, agarrándole certeramente por la pierna. Durante la faena de muleta evidenció el que no se le picara, añadiendo el peligro ya manifestado con su compañero por el pitón derecho. Quizá lo menos recomendable en este caso era citar con el pico por ese pitón y no taparse, pues varias veces tirón derrotes por ese lado. Fortes no parecía tener muy claro qué hacer con el animal y se limitó a intentar dejar pasar el tiempo dando trapazos sin sentido. Sería por la estocada, pero por petición, leve, de algunos, se dio la vuelta al ruedo, que tal y como anda esto de regalos y más regalos, tampoco va a ningún sitio.

Víctor Hernández solo pudo lidiar uno, el de Fuente Ymbro, que ya iba renqueando de salida. Apenas pasó por el peto y ni el apenas sirve para calificar los puyazos. Sin picar. Lo recogió el espada con telonazos sin mover los pies y sin tan siquiera intentar llevarlo mínimamente toreado, quizá por eso se le puede llamar a eso telonazos. Le costaba arrancarse de primeras, para acabar yendo cuando salía hacia los medios. El comienzo fue tirando de pico, desde fuera y el animal besando la arena. La tomó con la zurda, muletazos de uno en uno, sin ligazón y si el toro se le venía hacia adentro le quitaba el engaño sin rematar el pase. Acortó las distancias, de frente, sacando el engaño. Muletazos muy jaleados, no rematándolos ni llevándolo toreado tirando del animal. Unas veces hacía volar la tela sin llevar al toro y otras directamente se la quitaba de la cara, abanicazos incompletos jaleados por el personal. Entera muy trasera y caída y una oreja. Una corrida mansa, con sus cosas, pero sin que supieran los diestros ir más allá del ahora me pongo a dar pases y ya está. Quizá habría hecho falta algo más y es que estamos en unos tiempos y con unos toreros, que a nada que se complican las cosas, se complican mucho.


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